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lunes, 1 de enero de 2018

El oscuro caso de la violinista asesinada por el fantasma de la ópera



El 24 de julio de 1980, el cuerpo desnudo y sin vida de una joven violinista fue encontrado en una salida de aire acondicionado del Metropolitan Opera House, de Nueva York.
El hecho de que no se encontrase una explicación lógica a un hecho aparentemente absurdo -la víctima, Helen Hagnes, de 31 años, no parecía tener enemigos-, hizo que se evocase casi inmediatamente la aparición de un nuevo «fantasma de la ópera». Los tabloides neoyorquinos comenzaron entonces una terrorífica saga de portadas y noticias sensacionalistas sobre la supuesta existencia de un asesino en serie en el celebérrimo Met.
Y es cierto: Todos los elementos de misterio y horror, dignos de un filme de Alfred Hitchcock, o de una novela de Agatha Christie, se encuentran reunidos en el triste caso del asesinato de Hagnes, durante la actuación del Ballet de Berlín en la ópera. Hagnes, nativa de la provincia de Columbia británica, en Canadá, fue una «niña prodigio» del violín. A los trece años formaba parte de orquestas profesionales. Después de realizar estudios en los conservatorios de Londres, Zurich y Siena (Italia), Hagnes, admirada por sus dotes musicales y su belleza física, actuaba periódicamente como solista en orquestas de renombre internacional.
Durante la fatídica noche del crimen, Hagnes estaba contratada por el Ballet de Berlín para el periodo de sus once días de actuación en Nueva York. Tras interpretar las partituras del Pájaro de fuego y Don Quijote, ante los 3.400 espectadores del Met, Hagnes dejó el violín sobre su silla y salió de la sala aprovechando el paréntesis del Ballet Cinco Tangos, que no exigía la presencia de la violinista.
Hagnes debía regresar al auditorio para la música de la escenografía final de Miss Julie. Pero no volvió. Manos criminales habían acabado con la vida de la violinista, en un asesinato que apasionó a los neoyorquinos. Tras una búsqueda por los locales de la Opera durante toda la noche, la policía descubrió finalmente el cuerpo sin vida de Hagnes en el interior de uno de los tubos del sistema de aire acondicionado de la ópera.«El asesino debe ser un habituado a los pasillos, ascensores y rincones de la Opera», declaró Richard Nicastro, jefe del departamento de detectives de la ciudad de Nueva York.
Valery Panov, estrella del Ballet de Berlín, afirmó que tenía fijado un «encuentro artístico» con Helen Hagnes, durante uno de los entreactos del ballet, cita que no llegó a producirse porque cuandoPanov acudió al lugar del encuentro, uno de los vestuarios de la ópera, Hagnes ya había desaparecido.

Servilleta con semen

La servilleta fue hallada, al parecer, oculta dentro de una cañería, mientras que el tampón apareció cerca, en la misma escalera en la que la policía había descubierto una pluma y una horquilla para el pelo, que habían pertenecido a la víctima.
Una vista por el pozo de aire donde se encontró el cuerpo de Helen Hagnes, desde el azotea de la Metropolitan Opera House en el Lincoln Center. (Foto: Don Hogan Charles / The New York Times)


Según fuentes de la policía que investigó el caso, las sospechas sobre los móviles del crimen estaban en una servilleta de papel con manchas de semen que fue encontrada en el edificio de la ópera. La policía halló junto a la citada servilleta de papel otros objetos que pertenecieron a la víctima y entre los cuales había un tampón higiénico. Si las relaciones entre la aparición de la servilleta y la identidad del asesino fueran establecidas, la policía creyó que podría llegar a conocer el grupo sanguíneo, la raza y las características genéticas que podrían diferenciar a quien mató a Hagnes del 95% de la población.
El área donde la policía encontró estos rastros se halla dos pisos por debajo del nivel del escenario, en cuyas inmediaciones, dentro de un ascensor, fue vista por última vez la violinista.
La investigación demostró que la violinista fue arrastrada hasta el sexto piso de la Opera, donde se halla la azotea. Poco después fue llevada hasta la trasera del edificio, desnuda y maniatada, y arrojada por un conducto de aire. Según la policía, el asesinato se produjo, en estas circunstancias, alrededor de la medianoche.

Autopsia reveladora

La autopsia reveló que Hagnes había fallecido como consecuencia de lesiones que se produjo en el cerebro al chocar contra una superficie de hierro situada entre el tercero y el cuarto piso del metropolitano.
La misma autopsia permitió comprobar que la violinista no había sido violada. El doctor que practicó el examen señaló, por otra parte, que la víctima se hallaba desnuda, lo que hacía presumir alguna motivación sexual entre los móviles del crimen. Sin embargo, no han podido descubrirse señales en su cuerpo que hicieran pensar que Hagnes fue sometida a violencia sexual de alguna clase.
Ante ese retrato, una de las bailarinas del ballet para el que interpretaba Helen Hagnes sacó algunas conclusiones físicas, ayudada por un hipnotizador. El resultado de este ejercicio fue divulgado: el asesino era un hombre de raza blanca, tenía el pelo negro y su edad oscilaba entre los 25 y los 35 años. 2.600 personas fueron interrogadas sin éxito aparente.

Arresto y confesión

En septiembre, un maquinista del Metropolitan fue detenido por la policía e inculpado como responsable del asesinato de la joven violinista, después de una gigantesca investigación. El detenido era un joven de veintiún años, Craig Crimmins, empleado en el Met desde 1976.

Crimmins correspondía al retrato-robot de una persona vista con Helen Hagnes la noche de su desaparición. Además, el detenido no habría podido justificar qué estaba haciendo en el momento en que se produjo el crimen. Según las mismas fuentes, huellas dactilares de Crimmins habrían sido encontradas cerca del lugar del asesinato.
Interrogado, Crimmins confesó, pero no dio motivo, más allá de que había bebido alcohol y había fumado marihuana antes del ataque a la violinista. En el juicio la fiscalía demostró que había intentado violarla sin éxito y que la mató para que no le delatara. Fue condenado por el aesinato, y no por el intento de violación, del que el jurado no encontró pruebas. La sentencia fue de un mínimo de 22 años sin condicional.




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